Limitar puentes, veda a la demanda criolla

Las posibilidades que provee la Ley 139-97 de remover días feriados que toquen a mitad de semana para un lunes o viernes son todo ventajas. Hay beneficios para los hoteleros, comerciantes, trabajadores y todos los sectores económicos dedicados al ocio en general.

Es por ello que la propuesta de impedir que los feriados no se puedan rotar desde el día que toquen a los que más convienen es un error.

A medidas que crece la clase media dominicana, son cada vez más los criollos que planifican sus minivacaciones durante los feriados de puente. Este público es vital para zonas turísticas del país cuya proporción de visitantes internacionales es mucho menor.

El cambio de la normativa provocaría, sin dudas, una disparidad todavía más grande entre los polos turísticos ya establecidos y alejaría los aprestos de provincias que quieren hacer del turismo una parte importante de su economía, sobre todo aquellas que apuestan a las montañas y atracciones diferentes al típico turismo de sol y playa.

La interrupción del ritmo de trabajo podría ocasionar una pérdida de productividad para las empresas, toda vez que los empleados solo esperarían el fin de semana para volver a descansar. Sería una especie de minisemana (al menos mentalmente) que no vendría nada bien a la disposición emprendedora y deseosa de hacer cosas.

También está el hecho de que la falta de flexibilidad a la hora de mover los feriados implicaría molestias para todos aquellos que desean desconectar por un período más largo. Sería como quitar a la población un derecho que ya posee, lo cual, sicológicamente no es alentador. Al final, a todos nos gusta descansar. Seamos empleados o empresarios.

Y es que, mientras mejor se siente la gente, más dispuesto está para realizar sus labores, aumenta su creatividad y proactividad y, en definitiva, hay rendimientos económicos para todos los sectores.